Valor del mes
Responsabilidad
El pequeño escribiente florentino
En Florencia, Italia, vivía una familia compuesta por el
padre, la madre y tres hijos. El mayor se llamaba Carlo. El padre era empleado
en los ferrocarriles. Como el sueldo que ganaba no era suficiente, por las
noches trabajaba como escribiente (copiaba a mano cartas y otros documentos).
Lo hacía porque deseaba ofrecer a sus niños la mejor educación posible.
Aunque sabía que Carlo era un poco despistado y disculpaba
sus pequeños olvidos, era muy exigente en cuanto a su desempeño en la escuela.
Carlo, por su parte, comprendía el esfuerzo que estaba haciendo su padre.
Sabía, además, que estaba perdiendo la vista por forzarla tanto de noche. En
una ocasión le propuso ayudarlo.
—¡De ninguna forma! —respondió el señor. No quiero que al
día siguiente estés cansado y te distraigas en tus estudios.
El pequeño no quedó conforme con la respuesta y planeó hacer
algo. Por las noches esperaba despierto hasta que su padre terminaba su tarea
de copista y se recostaba a descansar un rato. Entonces Carlo se dirigía al
escritorio y trabajaba hasta el amanecer.
La situación se prolongó por varias semanas. El padre no se
daba cuenta de que las copias aumentaban, pues las hacía de forma mecánica y
todos los documentos se parecían entre sí. Cuando fue a entregar el material a
quien se lo encargaba, le sorprendió ver que recibía más dinero del
acostumbrado. Con los ingresos extra que obtuvo compró alguna ropa de invierno
para los niños.
Al cabo de un tiempo, el maestro de Carlo se quejó: el niño
parecía siempre adormilado y no ponía interés en los estudios. El padre lo
regañó. Pero Carlo no contó su secreto y se siguió levantando por las noches
para trabajar. Al paso de los días se veía cansado y su madre pensó que quizás
estaba enfermo.
Una noche, mientras hacía sus copias, el pequeño escuchó
ruido. No prestó demasiada atención y siguió con su trabajo. Al poco rato oyó
que alguien suspiraba atrás de él. Era su padre. El señor lo abrazó y le
ofreció una disculpa:
—Querido Carlo. De veras que ya no veo lo que ocurre a mi
alrededor. Doy gracias por tener un hijo como tú.
—Adaptación de un cuento de Edmundo de Amicis incluido en
Corazón, diario de un niño.
Fuente: www.valores.com.mx